Estos días tan tristes he estado escuchando de nuevo el maravilloso Aria para la cuerda de sol, de Johann Sebastian Bach. De todo su repertorio quizás sea la obra del maestro alemán más conocida y de la que se han grabado más versiones; se ha utilizado hasta la saciedad en publicidad, cine o televisión y por ello, en muchas ocasiones suena hasta repetida y gastada. Sin embargo, cuando escucho la interpretación de Sarah Chang, es como si la oyera de nuevo. La que muchos consideramos como mejor violinista del mundo realiza una auténtica creación, con un manejo del instrumento verdaderamente excepcional, lleno de sensibilidad y de matices, logrando que la música brote desde el corazón.
Compuesta por el argentino Gustavo Santaolalla,The Wings aparecía apenas como música incidental en la banda sonora de Brokeback Mountain, concretamente en la emotiva escena final cuando Ennis, interpretado por Heath Ledger, contemplaba la ropa de su amado Jack (Jake Gyllenhaal) junto a una postal de la montaña que da título a la película. Me gusta más esta versión con la voz de Shane August que la instrumental original, aunque no he podido averiguar de quién es la letra (“Tú me das las alas para volar, eres el cielo azul…”). Sea como sea, The Wings ha ido creciendo poco a poco y se ha convertido a estas alturas en una de las grandes canciones de amor de los últimos tiempos. Cuando ya se han dicho todas las palabras, cuando hasta los gestos son inútiles, sólo la música y el paso del tiempo pueden aliviar de alguna manera el dolor de perder a un ser querido.
El año que viene se cumplirán veinte años de la edición de Talking Timbuctu, un disco inmortal que obtuvo un Grammy, lanzó al estrellato internacional a Ali Farka Touré y ayudó a que occidente se fijará de verdad en los músicos africanos. El maestro de Mali además de los africanos Oumar Touré y Hamma Sankaré, contó con la colaboración de grandes músicos estadounidenses, como el bajista John Patitucci o Jim Keltner a la batería además, claro, de la guitarra y la respetuosa producción de Ry Cooder. El álbum, donde Touré canta en once lenguas diferentes, refleja la estrecha conexión entre la música tradicional africana y su contrapunto al otro lado del océano. Touré y Cooder saltan fronteras y sus guitarras se funden, casi como un juego, con los coros y las melodías en diez grandes canciones, entre las que sobresale esta evocadora y contagiosa Soukora.
Sonny Boy Williamson II fue un poeta, músico, cantante y compositor estadounidense que muchos consideran como la última leyenda del blues, la cual no ha hecho más que crecer con el paso del tiempo. Por lo pronto no se sabe la fecha exacta de su nacimiento. Él afirmaba que nació en 1899; un investigador halló pruebas de que fue en 1912; en su lápida aparece 1908 y en la Wikipedia lo sitúan en 1897. Algo más: su nombre original era Aleck Ford, pero luego se lo cambió por el de Rice Miller y artísticamente se dio a conocer como Sonny Boy Williamson: pero sería el segundo, ya que existe un Sonny Boy Williamson I (que también tiene su historia). Desde los años 30 viajó por Arkansas, Misisipi y los estados del sur tocando en todo tipo de sitios, y coincidiendo con grandes del blues como Robert Johnson o Big Joe Williams. Su personalísimo fraseo con la armónica y una gran voz de barítono le granjearon algunos éxitos en los 50, lo que le permitió actuar la siguiente década por Inglaterra con su colección de armónicas y su estilo desgarbado e histriónico. Allí fue adoptado por los jóvenes grupos que estaban empezando a despuntar en la escena pop y que buscaban en gente como él las raíces de su música. SBW II tuvo su momento de gloria y llegó a tocar con The Yardbirds o The Animals, mientras que Rory Gallagher, The Who, Ten Years After o Moody Blues, entre otros muchos, versioneaban sus canciones. Grabado un par de años antes de su fallecimiento, en este video interpreta con su característico estilo uno de sus grandes temas, Nine Below Zero, acompañado al piano por el gran Otis Spann. Blues de alto voltaje.
El otro día, revisando álbumes antiguos en una sesión retro, volví a escuchar el estupendo Mirage (1982) de Fleetwood Mac en el que me sorprendió descubrir esta soberbia Eyes of the World, que no me llamó la atención en su momento y que ahora no me puedo quitar de la cabeza. Las voces de Stevie Nicks y Christine McVie, el potente bajo de John McVie y la batería de Mike Fleetwood arropan a toda máquina una adictiva melodía a la guitarra de Lindsay Buckingham, que se marca además un tremendo solo hacia el final. No sé a vosotros, pero a mí esta canción me pone las pilas. Tendré que revisar más a menudo mis viejos discos…
Hay algo especial en los coros femeninos búlgaros, que consiguen tocar la fibra íntima del oyente, como si la música surgiese del fondo de la antigua Tracia, el destilado de miles de años de historia con ecos de Bizancio, Grecia o el Imperio Otomano. Las voces se acoplan a la perfección subiendo y bajando con un control absoluto de las limpias armonías permitiendo, a la vez, los adornos vocales de los solistas. Malka moma (Chiquilla) pertenece al folclore tradicional búlgaro, y habla de una niña que reza a dios para que le de los ojos de la paloma y las alas del halcón para poder buscar al chico al que ama. El tema es un arreglo de Filip Kutev para su coro, con el que ha dado conciertos por todo el mundo y, en este caso, la presencia de la gran Neli Andreeva, una de las voces más puras que conozco, eleva la canción a la categoría de obra maestra. Si os quedáis con ganas de más Andreeva, escuchad esta otra canción http://wp.me/p1teSc-e .